domingo, 11 de setembro de 2011

50 anos da Campanha da Legalidade e o Chile

A Campanha da Legalidade foi um momento máximo da ação política revolucionária do povo brasileiro que transformou Leonel Brizola no inimigo número 1 de nossa classe dominante e do poderoso lobby das multinacionais no plano mundial. Por isto se desencadeou contra ele a mais impressionante campanha de calúnias que conhecemos na América Latina. Eu vivi o verdadeiro golpe de estado imposto pelo triunvirato militar de 1961 em Belo Horizonte. Tive que ocultar-me com Vânia Bambirra na casa de um companheiro, então professor universitário quando eu era ainda estudante. Daí acompanhamos detalhadamente as modestas iniciativas de resistência que conseguíamos organizar até que ouvimos no rádio a declaração da campanha da legalidade. Lembro-me do meu retorno à nossa Faculdade de Ciências Econômicas, cercada pela polícia política que me buscava entre outros dirigentes estudantis. Lembro-me do meu discurso no nosso palco improvisado chamando a que se aproximassem os policiais fardados ou não pois o Brasil estava levantado em armas contra o golpe, com a polícia militar do Rio Grande do Sul e o Terceiro Exército em defesa da legalidade. Cabia a eles decidir de que lado estariam. O golpe estava derrotado ... Não se atreveram a buscar prender-nos mas também não aderiram ao nosso lado. Mas se abria aí o caminho para que nossa luta se fizesse pública e abandonássemos a clandestinidade. Foi um destes momentos históricos em que senti o peso de um povo unido, como nas muitas outras oportunidades que vivi a força da resistência popular. Como exemplo desta emoção e razão reproduzo aqui meu artigo sobre O GIGANTE OPERÁRIO quando no Chile de Allende os trabalhadores derrotaram as tentativas golpistas do patronato chileno que tentou paralizar suas empresas que os trabalhadores passaram a controlar. Era lindo ver os operários caminhando (diante do “black out” dos ônibus decretados pelos patrões) para assumir o controle das empresas abandonados pelos capitalistas. O texto que segue foi publicado na revista Chile Hoy em 1972 e faz parte do livro Bendita Crisis que está sendo publicado na Venezuela pela Editorial El Perro y la Rana com meus artigos publicados durante a experiência da Unidade Popular no Chile.

XIII. EL GIGANTE OBRERO


El martes las calles de Santiago se inundaron otra vez de obreros organizados y disciplinados, combativos y alegres, para conmemorar dos años de Gobierno Popular y para despedir al Presidente Allende. Quien haya mirado con detenimiento aquellos rostros marcados por el trabajo y el sufrimiento, aquellas mujeres con sus niños en brazos, aquel electrizante clima de solidaridad y voluntad revolucionaria, podrá comprender con mucho más facilidad la profundidad de los descubrimientos teóricos del marxismo y podrá dar forma de carne y hueso a las formulaciones más abstractas de la teoría.

Al comentar las discusiones teóricas de los años 30. Isaac Deutscher llamaba la atención sobre la fe aparentemente metafísica de los viejos bolcheviques en la clase obrera. Para un joven moderno, señalaba Deutscher, esa fe parecerá algo muy artificial. No lo era así para los que vivieron la Revolución Rusa y vieron a esa fuerza social en las calles, en las empresas, en los campos de batalla y conocieron en la práctica su capacidad de lucha y de liderazgo político.


Renacimiento del Radicalismo Obrero

Para un joven que vive en Chile de 1972, la realidad es sin embargo completamente distinta de la que Deutscher imaginaba para los jóvenes modernos. Porque conoce de cerca esa fuerza histórica, puede leer y comprender sin problemas a los viejos bolcheviques. En cambio, le parecerán extrañas y falsas las elaboraciones “teóricas” que los “científicos” sociales y políticos burgueses y pequeño burgueses realizaron en las décadas de 1950 y 1960 para anunciar el fin de la militancia obrera, el fin de las clases sociales, etc. De hecho, el ciclo de expansión económica del capitalismo de la postguerra había dado origen a un movimiento obrero amarillo, dominado ideológicamente por la burguesía, por el pacifismo, por el reformismo. Los que creyeron sin embargo que esto era el fin del radicalismo obrero estaban profundamente equivocados. La nueva crisis capitalista que se anuncia en 1968 marca el renacimiento del radicalismo obrero a nivel internacional. El movimiento de mayo en Francia, los “veranos calientes” de Italia, las huelgas obreras de Inglaterra, el “cordobazo” en Argentina, son simplemente expresiones máximas de un movimiento mundial.

Chile no solo no se queda atrás en este proceso, con la huelga general de 1968 en la que murieron seis obreros sino que ofrece además un ejemplo de organización y disciplina de clase que causa espanto y admiración. Con la constitución del Gobierno Popular y la disciplina revelada en los nerviosos días de setiembre a noviembre de 1970, se anuncia la aparición en escena de un movimiento político de alto nivel.

Acumulación de Experiencias

Son muchas las experiencias concretas que va acumular la clase obrera chilena desde 1970 hasta hoy. A lo largo de la lucha política general contra la derecha en la que demuestra una actitud serena, una ausencia de sectarismo y una gran capacidad de buscar y establecer aliados, fueron muchas las experiencias novedosas que anuncian un mundo nuevo.

Este es el caso de la lucha por la formación del área social de la economía. En esta tarea, la clase obrera tuvo que desempeñarse en un campo nuevo de actividades y de responsabilidades que enfrentó con gran firmeza. No solo fue su tarea “tomar” las empresas que cabía requisar, controlar los actos de sabotaje de sus patrones y sustentar la lucha contra los enemigos de clase dentro y fuera de la empresa. Más importante aún fueron sus tareas después de requisadas las empresas. Abandonados por los antiguos gerentes y técnicos, frente a interventores jóvenes y en general inexperientes, los obreros lograron no sólo mantener la disciplina de trabajo, sino también aumentar la producción, plantear nuevos esquemas de abastecimiento, inventar repuestos, realizar trabajos voluntarios, buscar capacitarse técnica y políticamente para las nuevas tareas. Las fábricas chilenas se convirtieron en el microcosmos de la nueva sociedad emergente en Chile.

Pero la clase obrera no se quedó encerrada en las empresas. Tuvo que enfrentar de inmediato los problemas del abastecimiento creando las juntas de abastecimientos y precios. Frente a las amenazas de la derecha, los obreros se vieron obligados a coordinar sus actividades para vigilar y defender sus empresas y resolver problemas más amplios de abastecimiento e incluso de distribución de productos. La crisis de octubre, al obligar a la clase obrera a asumir la dirección económica del país, obligó a desarrollar estas formas de organización, consolidando los coordinadores de los cordones industriales y creando los comandos comunales, nuevas expresiones de su capacidad orgánica.

Hoy día, la clase obrera chilena descubrió su fuerza y su poder. Además se creó formas de organización que la capacita a dirigir gran parte de la vida económica, social y política del país. La reunión del área social le ha planteado la tarea de participar muy directamente en la planificación económica del país. La importancia creciente de la CUT en la vida nacional aumenta día a día sus responsabilidades.

El Obrerismo: Peligroso Enemigo

El obrero chileno es un hombre en plena transformación, que asume día a día nuevas responsabilidades y gana en conciencia y en conocimiento de la realidad económica, política y social de su país. Falta muy poco para que él asuma directamente el control político de toda la vida del país.

Para realizar esta tarea que se encuentra casi al alcance de sus manos, los obreros chilenos tendrán que doblegar a su más poderoso enemigo: el obrerismo. El obrerismo es aquella actitud política que crea una valorización mítica del obrero, que transforma el obrero concreto en una especie de semidios y que, lo que es peor de todo, lleva a los obreros a preocuparse por si mismos y no por la sociedad. En este libro siempre rico de sugerencias y enseñanzas, el “¿Qué hacer?”. Lenin insiste sobre la necesidad de que la propaganda revolucionaria se preocupe en entregar a la clase obrera una visión lo más amplia posible de los problemas del conjunto de la sociedad, a nivel internacional y nacional. Todo intento de hacer que la clase obrera se vuelque en si misma es contrarrevolucionario y reformista.

Más que nunca es importante esta enseñanza de Lenin. En el Chile de hoy día la clase obrera se está convirtiendo en dirigente real de la sociedad. Ella no puede, ni por un solo instante, dejarse llevar por una actitud economicista y gremialista. Si logra entender claramente el verdadero sentido de los avances que ha logrado, puede convertir en realidad la revolución chilena, poniéndose al frente de los campesinos, de las amplias capas del proletariado y del semiproletariado chileno, arrastrando consigo a la intelectualidad, los técnicos y los trabajadores independientes, neutralizando la pequeña y la mediana burguesía, dividiendo a la clase dominante, superando las vacilaciones de las direcciones pequeño burguesas, rompiendo los modelos convencionales y apoyándose fundamentalmente en su propia experiencia, aprendiendo de una manera creadora de los otros procesos revolucionarios.

La Capacitación: Tarea Nacional

Para estar a la altura de todas estas tareas los obreros chilenos sufren evidentemente la ausencia de una formación cultural, científica y técnica adecuada. Por esta razón, el problema de la capacitación de la clase obrera se transforma en una cuestión vital y decisiva.

El encuentro de capacitación sindical promovido por la CUT es un ejemplo de esta inquietud. De él se desprende no sólo la necesidad de entregar a los obreros elementos técnicos y formación sindical, sino también un conocimiento de la economía y la sociedad, de las teorías revolucionarias, de las experiencias históricas. Es evidente que la CUT sola no está capacitada para responder las necesidades de capacitación y educación de una clase que pasa a asumir las tareas históricas que hemos planteado.

Hay que pensar pues, el problema de la capacitación obrera en una escala nacional. La clase obrera tiene que poner a su servicio TODO el aparato de educación del país, ya y ahora. La educación primaria, secundaria y universitaria tiene que pasar por una reforma rápida e incisiva, bajo una presión fuerte y combativa de la clase obrera organizada en la CUT, en los partidos populares, en las nuevas formas de poder popular y en el Gobierno.

Es absurdo aceptar que el enorme aparato educativo existente en el país continúe siendo utilizado con un sentido burgués y pequeño burgués en un momento en que la clase obrera tiene tal hambre de conocimientos. Es absurdo aceptar que las editoriales, la prensa, la radio, la televisión y todos los instrumentos de comunicación continúen ignorando estas necesidades de la clase obrera. Es imposible aceptar que la Universidad de Chile y otras universidades continúen aumentando sus gastos y manteniendo al mismo tiempo sus salas de clase desocupadas en las noches, cuando hay tal hambre de conocimientos. Es imposible aceptar que las carreras universitarias continúen teniendo el carácter de formar profesionales liberales para una sociedad que los obreros están liquidando a cada día. Es imposible aceptar que la educación media continúe formando pijes sin profesión, dejando de lado la formación profesional para las grandes masas. Es imposible aceptar que no se haya liquidado el analfabetismo en el país. Es imposible aceptar que la izquierda continúe despreciando las actividades educacionales y que sea derrotada en las universidades y entre los estudiantes secundarios, principalmente por su incapacidad de entender el papel de la enseñanza en el proceso revolucionario en curso.

Clase Obrera, Dirección Real de la Sociedad

La clase obrera necesita estar a la altura de los acontecimientos, no sólo al avanzar en su conciencia general del proceso, en sus formas de organización, en su capacitación política inmediata, sino también para exigir que los nuevos políticos, ingenieros, científicos, administrativos, médicos, técnicos, profesionales del país, sean hombres de mameluco o hijos de estos hombres, que los nuevos agrónomos sean campesinos o hijos de campesinos, etc.

Hay que pensar en escala nacional. Hay que pensar en términos de la plena utilización de los recursos existentes. Hay que pensar en términos de capacitación del conjunto de la clase, superar el artesanado, poner al servicio de la revolución todos los instrumentos técnicos de la sociedad.

La clase obrera chilena no puede paralizarse en medio del camino: las tareas son gigantescas, pero más gigantesco es el objetivo final de la lucha obrera: crear una sociedad sin explotados ni explotadores. El gigante obrero renace frente a nuestros ojos cargados de escepticismo pequeño burgués. Hay que retomar la fe de los viejos bolcheviques; la clase obrera chilena la justifica.

Chile Hoy, 1 a 7 de diciembre de 1972

Nenhum comentário:

Busca